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“El elogio de la sombra”, un ensayo sobre la ceguera occidental

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Junichuro Tanizaki

La lava de la literatura no siempre procede de colosales volcanes en islas perdidas. Hay muchos ejemplos de historias excelsas embutidas en pocas páginas; desde La gitanilla de Cervantes a La perla de Steinbeck, pasando por El fantasma de Canterville de Oscar Wilde o Un artista del hambre de Franz Kafka. En esta ocasión, el libro de peso pluma que aún me abrasa las manos y que ha hecho volar mi imaginación es El elogio de la sombra de Junichiro Tanizaki, un escritor que como yo, adoró al ingenioso irlandés, y que como Murakami, nació en una isla que sale en todos los mapas: Japón. Solo aprendo si me quemo.

Nuestros contemporáneos, que viven en casas claras, desconocen la belleza del oro. Pero nuestros antepasados, que vivían en mansiones oscuras, experimentaban la fascinación de ese espléndido color, pero también conocían sus virtudes prácticas. Porque en aquellas residencias pobremente iluminadas, el oro desempeñaba el papel de un reflector. En otras palabras, el uso que se hacía del oro laminado o molido no era un lujo vano, sino que, merced a la razonable utilización de sus propiedades reflectantes, contribuía a dar todavía más luz. Si se admite esto se comprenderá el extraordinario favor de que gozaba el oro: mientras que el brillo de la plata y de los demás metales se apaga muy deprisa, el oro en cambio ilumina.

Elogio de la sombra

Hace mucho frío y no quiero calentarme con la política, así que me he sentado a escribir un rato. Me apetece comentar el ensayo que he leído. Aunque el título y el autor te eleven cinco centímetros del suelo cuando hablas con algún amigo, y suene pedante, en realidad es un librito muy corto y fácil de leer. Muy ameno. Un escrito que esclarece muchos contrastes culturales, que abre la mente. Un manifiesto sobre la estética japonesa escrito en 1933 por Junichiro Tanizaki. Este mocetón tan sonriente de la izquierda.

Experimentar el placer de las sombras es de una sensibilidad y una finura que los occidentales ni nos planteamos. No estamos educados para eso. Aquí la belleza y el conocimiento llegaron con la luz. Lo brillante. Lo oscuro y opaco se mira con recelo. En Japón, al contrario, las sombras no cargan con esa connotación negativa, y se valora la discreción, la solera, la profundidad, el misterio… lo que no es tan evidente. ¿Por qué leches uso el presente en este párrafo? ¿He viajado en el tiempo hasta esa época? La globalización nos está robando las diferencias y nos uniforma, desgraciadamente. Año 2013. Yo no soy tan distinto de un tipo de Kioto, como lo fue mi abuelo Nemesio de Junichiro. Probablemente, ese chico sea del Barça y tenga mi mismo móvil. Originales. Se perdió el encanto. De hecho, las reflexiones de Tanikazi ya avanzaban el cambio, en esta obra descansa la sutil melancolía de quien sabe que, pese a los esfuerzos, es inevitable que se pierdan muchas de sus costumbres.

Por lo tanto no parece descabellado pretender que es en la construcción de los retretes donde la arquitectura japonesa ha alcanzado el colmo del refinamiento. Nuestros antepasados, que lo poetizaban todo, consiguieron paradójicamente transmutar en un lugar del más exquisito buen gusto aquel cuyo destino en la casa era el más sórdido y, merced a una estrecha asociación con la naturaleza, consiguieron difuminarlo mediante una red de delicadas asociaciones de imágenes. Comparada con la actitud de los occidentales que, deliberadamente, han decidido que el lugar era sucio y ni siquiera debía mencionarse en público, la nuestra es infinitamente más sabia porque hemos penetrado ahí, en verdad, hasta la médula del refinamiento.

Has sonreído, lo sé. Y he conseguido atrapar tu curiosidad. Bueno, yo no. Pero date cuenta, que he tenido que extirpar uno de los párrafos más escandalosos para conseguirlo. El efecto “Sálvame”. El elogio de la sombra es un panegírico del matiz, los claroscuros y las zonas de transición “brillan” para Tanizaki. Un autor inteligente, profundo y sosegado que se alimenta de la observación… crítica.

Toko no ma

El libro avanza a través de una serie de ejemplos con suave naturalidad, debemos aguzar los sentidos porque el autor nos muestra de lo que son capaces los japoneses aprovechando el poder sugestivo de las sombras, desnudando la penumbra, destacando los contrastes. Diserta sobre el alero de los tejados, los palacios y monasterios, y sobre otras creaciones plásticas. Desde la cerámica a la pintura, el teatro, los vestidos, la decoración, el maquillaje o la arquitectura. Su espíritu de novelista imagina un mundo inmortal que antes de nacer ya está bajo tierra, en el que las culturas oriental y occidental jamás hubieran tenido contacto. Opone los diamantes a la piedra de Jade, los objetos brillantes y pulidos frente a materiales naturales que envejecen con el paso del tiempo y el desgaste o “lustre de las manos”, compara la estilográfica y el pincel, el papel blanco y radiante europeo contra el papel chino…

A decir verdad, he escrito esto porque quería plantear la cuestión de saber si existiría alguna vía, por ejemplo, en la literatura o en las artes, con las que se pudieran compensar los desperfectos. En lo que a mí respecta, me gustaría resucitar, al menos en el ámbito de la literatura, ese universo de sombras que estamos disipando… Me gustaría ampliar el alero de ese edificio llamado “literatura”, oscurecer sus paredes, hundir en la sombra lo que resulta demasiado visible y despojar su interior de cualquier adorno superfluo. No pretendo que haya que hacer lo mismo en todas las casas. Pero no estaría mal, creo yo, que quedase aunque sólo fuese una de ese tipo. Y para ver cuál puede ser el resultado, voy a apagar mi lámpara eléctrica.

Espero haber aprendido algo, y no solo qué es el toko no ma, aunque mañana al entrar en casa, encenderé la luz y las bombillas me darán calor. Clic. Cierro el libro pero no lo olvido. Quizás ahora sepa apreciar la belleza desde otra perspectiva, pueda permitirme una nueva mirada, se me prenda una vela cuando todo esté lúgubre. Como el dolor te hace valorar la salud, o perder lo que tenías estimarlo en su justa medida, o como la muerte consigue que suspires por la vida. Las sombras cotizan muy alto en la bolsa de la luz y nosotros no habíamos comprado acciones.

Un libro con un ligero tono poético, sencillo, un clásico, recomendable para todo aquel al que le interese la estética, el arte o simplemente, la cultura japonesa. Contrapone sus gustos frente a los occidentales, pero siempre desde el más profundo respeto por la diferencia. Chico, las sombras no son solo lo que nos enseñaron en cine los expresionistas alemanes…

Expresionistas alemanes

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Publicado recientemente en Atlas cultural


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